Estás en estos momentos viendo la pantalla de tu ordenador con una expresión vacía que podría hacer que alguien creyera que eres “especial”, preguntándote donde fue que empezó a salir mal todo en tu vida. ¿Por qué nadie te quiere? ¿Por qué no logras nada? ¿Por qué te maltratan todos los que te conocen?Te ahorro la duda y la visita al psiquiatra: Es culpa de tus padres.
He aquí algunos ejemplos de los traumas que te causaron tus padres:
- Todos estos años de gimnasio compensando porque te enseñaron a comer todo lo que te servían para cenar. Sientes escalofríos cuando recuerdas que te decían “¡Que linda es mi niña gordita!”.
- Que creas que así como eres te van a querer. Bueno, es parcialmente cierto, ya que tus padres siempre te van a querer. Pero nadie más te va a soportar jamás.
- Que necesites constantemente atención para poder sentirte bien. Y que te asustes si te prestan demasiada atención. Porque a pesar de tu deseo por agradar, también tienes trauma de que te consideren una zorra.
- Tener ese nombre horrible ha dañado de por vida tu atractivo sexual. Es muy difícil tener sexo si te llamas Clemencia o Maribel, sin importar como te veas.
- Que si una mujer te habla siempre bajas la cabeza. Y si te sonríe por equivocación, creas que es amor. Es el único tipo de amor que conoces, no es tu culpa.
- Que seas un arrastrado. En tu trabajo lames las botas de tus jefes y te humillas sin cesar en busca de esa aprobación que nunca tuviste de tus padres.
- El ser insistente y acosador. Tus padres siempre cedieron ante cada una de tus pataletas, ¿por qué no habría de hacer lo mismo la sociedad en general?
- Que te aferres con desesperación a las personas. Ese miedo que tienes de que tu pareja sea infiel o que nunca vuelva se debe a que sigues esperando a que tu padre regrese.
- El ser un “eterno incomprendido”. El niño llorón siempre crece para convertirse en el hombre sensible que no entiende por qué fastidia a la gente.
- Contagiarte una venérea en tu primera relación sexual y no saber que puedes estar embarazada por dos meses. Dale gracias a tus padres por nunca hablarte de sexo ni de preservativos.